domingo, 12 de octubre de 2008

CUARTA FECHA: DALLA COSTA 7 : DON ABRAHAM 0


Desde las doce y media hasta casi las catorce Dalla Costa jugó frente a Don Abraham por la cuarta fecha del Quilmes: la noche apenas pasada había sido la fiesta del deportivo, por lo que gran parte de su plantel se había acostado hace solo dos o tres horas, en el caso que efectivamente hayan dormido.

Por ejemplo, un jugador, al regresar del evento, se entregó al café con leche: y a mirar, desde su pequeña ventana, el azul intenso del amanecer. El día fue tornándose celeste, límpido, y cerca de las once y media doce jugadores partieron para el predio de Goles, situado en camino a San Carlos al ocho mil quinientos.
Caravana imprecisa, algunas risas parciales, restos nocturnos conversados, el Speed con cerveza aún circulando por las venas de Fede Arroquy, de Martín Pardo, de Slatan, Hernán…

Y todos los héroes que fueron a jugar con la albinegra almohada y los ojos rojos y entrecerrados: Gimeno, Santi, Darkness Gómez, Guille Ponce, Darkness Palacios y los refuerzos: Dalla Costa no iba a perder por no presentación.

El partido se jugó y se ganó por 7 a 0. Hernán Guglielmone (3); Guille Ponce, Slatan, David Gómez y el refuerzo Gonzalo de Comodoro, los goles.
El rival jugaba de un modo extraño: no podía mantener la pelota en cancha, lanzaba gritos eufóricos, cambiaba constantemente de arquero: y como delantero, the real Don Abraham, un corpulento número nueve de aproximadamente cincuenta y cinco años…

Que tenía aspecto de comerciante de telas de la Ituzaingó y Buenos Aires: de vender solo a mayoristas, de tener una hija en el garzón Agulla, de hacer

fantásticas e hiperbólicas comidas familiares

7 a 0, traslafiesta. A las once, tirados en la vereda escuchando el sonido de celulares vacíos, de rechazos de llamadas. Las vanas inferencias sobre la posibilidad de asistencia de


los que no atendían


Con anteojos de sol mirando la ciudad universitaria, y Ambrosio Olmos, esperando la figura de un jugador, para completar el plantel. Repasando las posibles asistencias.
Y siendo arquero, Chilavert, Hernán metió un gol de tiro libre. Martín abrió la heladerita, las bebidas sobrantes: lentos, servíamos la coca y la seven up. Los organizadores miraban y sonreían, las médicas se acomodaban en las sillas playeras.
Amor incondicional.

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