En esta etapa Tattoo (ver post anterior sobre etapas en la historia de Dalla Costa) se ha producido ayer una de las mayores alegrías deportivas: victoria de Dalla Costa por 4 a 3 sobre el catamarqueño equipo de Rejuntados (antes El Rejunte).
Alegría de alto vuelo por como se llegó, como se jugó y como continuó la noche, en el bar de la Valparaíso, con las acostumbradas promociones de muzzarella más los porrones y la Mirinda.
El equipo llegó al predio muy temprano, casi cincuenta minutos antes del partido. El atardecer ya le daba paso a la noche y la temperatura promediaba los veinte grados.
Con buen ánimo, Dalla Costa precalentó y saltó entusiasmado a la cancha, corriendo como liebres blancas en una pradera irlandesa.
Y a los veinte minutos ya ganaba tres a cero, con goles de Rolo, Martín y el Lobo, siendo cada conquista una bella expresión de gol. Incluso uno de los goles, como se comentará después, fue objeto de una canción, por parte de una niña que caminaba el costado de la cancha en busca de sus padres, extraviados ambos.
Dalla Costa comenzó el juego concentrado y bien parado. El rival, que no había precalentado, entró frío y muy confiado, debido a la herencia manifestada de los partidos en la Liga Jujeña. En un encontronazo en el medio del campo, el número 9 apodado Licha decía: "te hemos ganado siempre, Dalla Costa, te hemos ganado siempre. Y nos hemos cansado de ganarles".
En otro sector, el volante por derecha decía: "ellos son muy malos, solo nos han convertido tres goles roñosos".
Goles roñosos? - pensaba el enganche albinegro. Rolito miraba desconcertado al número seis, que declaraba que el albinegro carecía de nivel futbolístico. Mientras tanto, el Ale Carbó metía un disparo cruzado que Rolinga convirtió entrando por izquierda, como le gusta a Chávez.
Martín Polémica Pardo tomó un pase corto y la paró y de zurda bolivariana la metió mansita en el palo también izquierdo del arquero.
Luego el Lobo definiría como una Trata- Mostix un contragolpe letal, rápido, vertical.
Esos eran los goles del tres a cero, que fue tres a uno casi terminando el primer tiempo.
Dalla Costa tuvo dos lesionados, el Asesino Cereal Guglielmone y el Ale Gimeno, y Rejuntados se quedó con diez por haber agarrado a un Lobo que se iba mano a mano hacia la meta.
Y se cortó la luz: en el predio de Cacho, siendo las 20 y 50, la luz de las columnas principales le quitó la confianza al partido, y nos tuvimos que trasladar a la cancha 2.
Si, a la misma donde nos eliminó Vikingos, donde caímos frente a Dios Quiera, donde Búfalo nos metió cuatro, donde perdimos el primer cruce en la liga jujeña 2004.
En un segundo tiempo morado, Rejuntados logró empatar 3 a 3, y los bancos de suplentes se trenzaron en amenazas e insultos. La conducta de los catamarqueños podía resumirse en una figura riojana: Julio Nazareno, el funcionario de Menahem. Irascibles y provocadores, estos jugadores repitieron lo que hacían en la antigua liga, sentir su masculinidad amenazada al ir perdiendo. Como sucedía en los partidos de la liga norteña, cada vez que un equipo de aquellos lares comenzaba a perder, y más aún si tenía los tintes lapidarios del 3 a 0 inicial, inflaban su pecho colonial y salían a pelear como Facundos Quirogas con messenger.
"Monos juntos de caca seca" así se dicen a sí mismos cuando van perdiendo. La voz interna de un delantero se decía: "Delantero corpus corpus hay mujeres mirándome, y mis puños carnavaleros que dirán del consomé? He de ganar, he de ganar, rival peludo, chupapaz, te tengo que ganar. Soy el hijo de mi padre, me enseñaron a colegiar. Lo estaré diciendo bien? Papá, puedo volver por la tijera? Corta palos, y penes, pelota , pelota".
Así, es difícil.
- Putos, Putossss- gritaba desaforado un chirola Romero del mediocampo, al convertir el empate.
- Son muy malos, chango- decía un delantero algo extraviado.
-Estás manipulando al juez de línea, que te cobró foul porque vos le hablaste antes, o le hiciste una seña- decía un defensor alto con un pino en la cabeza, desde el costado de la cancha.
Quizá la historia de algunas queridas provincias del noroeste reflejen la locura ancestral de monos agresivos de Nueva Córdoba: manos en la cara, amenazas, golpes y patadas; en el entretiempo un jugador repartía pepinos. Había chicas en su banco de suplentes que festejaban los músculos de sus remeras arrancadas.
- El quiere pelear, podría ser su hembra, oh catamarqueño. Pelear como trijillos!
Y llegó el gol del Lobo. El cuarto de Dalla Costa, el del triunfo, tras la expulsión del Turbo, llegó el gol del Lobo.
La toma por derecha, recibe, engancha, se acomoda y la mete en el segundo palo, cayendo zigzagueante sobre un arquero que había atajado una sola pelota en el partido.
El Gol del Lobo, la alegría de Dalla Costa, el lobo que se toma la oreja y se lo grita al banco de suplentes, y los machitos catamarqueños que querían los pepinos, porque la pulsión así como va, vuelve hacia lo contrario, trastoca su meta y...
vuelve hacia la propia persona.
Dalla Costa 4, un lindo triunfo y a festejar al bar de la Valparaíso por los amigos que fueron recuperados mediante la palabra entre muzzas baratas y una muda de Televisión Registrada...