El sábado a las 18 y 20, en una tarde ventosa y sin agua, el albinegro ganó por 5 a 1, con una curiosa democratización de sus goles, ya que marcaron Maxi, Rolo, Hernán, Lobo y Fede. Y además, el enorme Trompeta atajó un penal, estirando su pie derecho, en el centro del arco.
Se podría decir, a modo de primer conclusión, que Dalla Costa cuenta con dos excelentes arqueros: Emi Zabala es uno, y Trompeta es el otro.
De donde proviene Emi Zabala? De Villa Angela, Chaco.
Y Trompeta? Difícil respuesta: vivió en Ushuaia, en Rafaela, en Noettinger, en Mendoza, ahora en la Docta.
Igualmente, si alguien dice... "Che, de donde viene Trompeta?" La respuesta sería más difícil aún: puede venir de cantar algún tango, de una obra de teatro, del Banco, de ver a su amor.
Y porqué no del cine? O de la fiambrería?
Trompeta llegó tarde, por lo que empezó a atajar el DT Javi.
Maxi conectó de cabeza el primer gol, lo cuál llenó de alegría a todos los jugadores e hinchada. Era el retorno de un grande, el contragolpe de la historia, el anudamiento tipo capitoné del que hablaba Lacan en su teoría sobre el sillón. Luego llegó el gol de Rolo, oportunista y atento, y por fin, la consagración de Hernán, que así se reconcilia con lo que antes llamaba "mi radio favorita"...
La Red.
El albinegro dominó el partido y desde el comienzo tuvo cierta certeza interna de que ganaría sin mayores apremios.
Pero apremios hubo: llegó el penal que detuvo Trumpet, y, ya en el segundo tiempo, sobrevino el descuento a cargo de un nueve que, curiosamente, trabajó como extra en "El hijo de la novia".
El Lobo, con una definición por repentización y el Tiburón Arroquy de cabeza cerraron cifras. El Tiburón convirtió tras un magnífico centro del enganche- refuerzo Mauri, de San Luis, que tiene la misma pegada que supimos ver en:
El Bocha Ponce
Para los más jóvenes, Mauri de Villa Mercedes tiene una pegada tipo "Cañón buey", donde la pelota sigue una trayectoria que a todos parece demasiado elevada, pero de repente baja con un efecto Justine, por lo que con solo rozarla ya sale dardo hacia el arco.
Este tipo de pegada, la Cañón Buey, efecto Justine, es ideal para pelados, ya que la piel dura del cráneo le imprime mucha mayor contundencia a las volteretas de cuero que da la pelota. De allí que el Fede dijo: "Si hay un tiro libre, Mauri, Cañón Buey y a otra cosa..."
De todos modos, nada de esto tuvo la importancia de lo vivenciado a cinco minutos del final: La llevaba Mauri por el centro de la cancha, y al enfrentar al número dos, abre la pelota a la derecha, hacia un espacío vacío, bordeando el área grande. La pelota rueda, mansa, esperando sus intérpretes, que no llegaban, y entonces corremos la vista atrás, desde donde se escuchaba un traqueteo contundente, voluntarioso...
Si , desde las sombras del más allá, como una de las gloriosas diligencias de John Wayne, venía el Negro Palacios, con ojitos de gol. Imaginábamos un tres dedos al ángulo, por la postura de su cuerpo semi inclinado, que todavía viajaba hacia la redonda. El dos, recuperándose, también volvía hacia ella.
Pensábamos en un negro Palacios disparando de primera hacia el segundo palo del arquero, y festejando en los eucaliptos, y pensamos también que había poca luz, y que Cacho debería revisar la cuestión de jugar partidos nocturnos en la cancha 2, y volvimos a mirar que pasaba en la banda derecha... y el Negro seguía corriendo, tras la pelota, que ya se impacientaba, la Penélope del área grande.
Al final, llegó primero el defensor, rechazó la pelota, sacamos un lateral y Estrella Roja se dedicó a pegar y a reclamar absurdos, y el partido terminó.
Pero esa anticipación de un gol del Negro quedó en el corazón de los jugadores, poniendole luz a las conversaciones post- partido.
La corrida de Palacios, el Gol que no fue, al galope y no se agita, fueron algunos de los eslogans que los jugadores del albinegro repetían cuando abandonaban Valparaíso para meterse, cada uno, en la garganta de un interminable fin de semana de agosto y San Martín.
