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Al llegar la hora del partido el rival no estaba presente y una depresión notable se abatió sobre los jugadores: el sentido de todo lo vivido depende de cuestiones tan poco admitidas…
Hasta que llegó una combi blanca, tal vez modelo ochenta, o principios de los noventa, y un grupo de jugadores concentrados descendió y rápida y disciplinadamente corrieron a cambiarse. Y Dalla Costa, el Grande, trotaba recuperando el habla. Otra vez, los chistes en voz alta, el discurso para todos y para nadie, el Facu tirado en un costado esperando ver otra demostración del paso del tiempo.
Al comenzar el cotejo, un equipo anestesiado, el albinegro, miraba como Ciclón corría y trataba de ganarle al puntero. Dalla Costa, silencioso, opiáceo, con actitud de GABA, perdía la pelota en el medio, llegaba tarde a los cruces, ensayaba gambetas de mas y, errático, se confundía como un niño neurótico en su habitación. Niño que ha recibido regalos suntuosos en Navidad. Niño amarillo, de ventanas cerradas, porqué no abres la misma?
Y dice, el libro:
El Dalla Costa del eterno retorno, las cebras que no tienen siquiera un límite donde reconocerse como Yo,
Yo, la Cebra
Yo, Dalla Costa.
Sin embargo, se puso en ventaja con gol de Slatan. Inmerecido uno a cero para el menos motivado de los dos equipos. Y, por la justicia de Mansilla, llegó el empate, llegó el dos a uno, y llegaron los arrebatos del final, del que reaccionó tarde, del psiquismo tardío que vio por fin emerger un objeto de deseo en aquel partido parcial.
Y nos preguntamos: tienes tu agalma, Dorita?
Los hombres tienen una máquina de hacer pipí: los imprescindibles luchan toda la vida.
Bertolt Brecht.
Yo, la Cebra
Yo, Dalla Costa.
Sin embargo, se puso en ventaja con gol de Slatan. Inmerecido uno a cero para el menos motivado de los dos equipos. Y, por la justicia de Mansilla, llegó el empate, llegó el dos a uno, y llegaron los arrebatos del final, del que reaccionó tarde, del psiquismo tardío que vio por fin emerger un objeto de deseo en aquel partido parcial.
Y nos preguntamos: tienes tu agalma, Dorita?
Los hombres tienen una máquina de hacer pipí: los imprescindibles luchan toda la vida.
Bertolt Brecht.
la última frase de este texto me hizo emocionar hasta la sangre derramada. Gracias julian por el aliento!!
ResponderEliminarTrumpet
es que a dalla costa le falto la mitad del equipo...osea gimeno
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