viernes, 2 de octubre de 2009

EL INSULTO


Insultar a un árbitro puede conllevar a sanciones muy duras: experiencias recientes avalan lo antedicho. Sin embargo, la sensación de injusticia por la sanción aplicada a Polémica Pardo llevó a revisar la situación de insulto, sobre todo porque en el partido anterior jugadores de La Máquina habían increpado muy duramente al juez de línea, y ni siquiera recibieron una amarilla.
Esto provoca que la primer reacción sea: injusticia. Se han experimentado numerosas situaciones de insulto, dejando el árbitro continuar el partido sin mayores inconvenientes.
Qué sucedió con la expulsión de Polémica y que se puede decir más allá de la queja por la sanción de dos fechas efectivas?
En primer término, conviene distinguir entre dos tipos de insulto:

a) El focalizado en el juez
b) El disparado sobre la situación, el rival o un compañero

En el caso que nos interesa nos vamos a detener en los insultos tipo a. Allí también se distingue entre:
- El insulto Bravísimo, donde el agresor ataca la situación y califica al juez de incompetente para la misma, por ejemplo: “pero qué cobrás, pelotudo, no ves que está habilitado”
- El insulto Penetrante, donde el vociferante directamente alude a la persona del árbitro como tal, yendo más allá de la situación y su pericia

Ambos tipos de insulto tienen grados de virulencia: el insulto con palabrotas implica el máximo nivel (5 rojillas) mientras que el reclamo conceptual tiene el mínimo (1 rojillo).
Ahora, en el caso de los insultos penetrantes, quizá la virulencia, medida con rojillas, no sea tan alta como el grado de penetración del insulto.
Por ejemplo, cuando se alude directamente a la persona del árbitro, se hacen referencias al mismo más allá de la jugada, se le señalan aspectos prospectivos de su vida (p.ej. “voy a hacer que no arbitres más”), el juez recibe un grado de insulto que ya no puede ser interpretado como “calentura” por parte del jugador, sino herida al sí mismo del referee.
Entonces, se puede apreciar en la liga una gran cantidad de insultos bravísimos, que son tolerados de acuerdo al umbral de agresividad que pueda cargar el juez ese día, y también que hay una cantidad mucho menor de insultos penetrantes.
Estos suelen ser intolerables para los árbitros, se sienten atacados en su persona y lo ven como una invitación a la homosexualidad.
Esta última frase es desconcertante, claro que sí.
Qué desconcierto, la calle.
Claro que sí.

1 comentario:

  1. ¿Cómo llega un grupo de personas a justificar actos de violencia rechazados moralmente en una mesa de café?

    ¿La situación particular permite dirimir entre "cuándo algo está bien" y "cuándo algo está mal"?

    Unas personas que dicen ser ultrajadas, creen fervientemente que se están aplicando "injusticias" contra ellos, y acreditan total inocencia en sus actos...

    Este grupo de personas tienen antecedentes de expulsión en otras ligas, "por agresión reiterada a los árbitros"

    Yo lo único que les pido es "no nos dejen sin la posibilidad de jugar este torneo". Mucho fue lo que perdimos cuando nos fuimos de la otra liga. Aprendamos.

    Abrazo.

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