PRIMER CRUCE: DALLA COSTA 1 (3) : SAN JOSE 1 (4)

Ayer sábado, desde las 16 y 25, se disputó el primer cruce entre el tercero del grupo 1, Dalla Costa, y el penúltimo del grupo 2, San José.
El primer período fue parejo, con equipos relativamente prolijos que trababan el juego, provocando una separación entre la pelota y las intenciones.

Este divorcio, más que nada entre posibles planes de control y el devenir concreto del fútbol, estableció las siguientes adjetivaciones: encuentro duro, peleado y sin figuras.

Alrededor de los veinte minutos el albinegro consigue dominar el juego, y la figura de Rolo, nunca tan parecido a José Sacristán como ayer, emergió para dotar de algunas pinceladas de talento a este partido.

Precisamente el sanjuanino Allemañi, esbelto, más “armado” muscularmente, con rasgos equino – potentes, disparó en tres ocasiones: una fue dos metros afuera, la otra, tras un sombrerito, cuatro metros arriba a la derecha; y la tercera, le quedó picando a Arroquy, que la empujó a un costado, cuando todos creían en el gol.
San José convirtió con el típico empuje obvio: se inicia en un envío laxo de pelota parada, un delantero cortina el rebote y un central la mete de arremetida. Así, el primer tiempo se fue 1 a 0 abajo, y la sensación era: ¿revertir esto? Obra de dioses.

¿Se puede? Huguito dijo que si, mientras se retiraba a preparar su show en la noche del Abasto, en Capitain Blue.

El segundo tiempo trajo de nuevo a Hernán, que venía de un casamiento en Río Tercero: y fue una etapa confusa, con largos períodos de tiempo sin jugar, ante empujones y bravuconadas. En el descontrol, San José tenía más la pelota, sin crear peligro. Y Dalla Costa no acertaba en los pases y adolecía de proyectos creativos.
En una jugada por derecha, sale un pase en cortada: Arroquy simula desinteresarse de la misma, ya que estaba en off side, abriendo los brazos con la expresión de: “no se de qué se trata ni me interesa; yo vine a jugar, pero también tengo otras cosas, por ejemplo, doy un curso con Rolito”, y mientras continuaba su actuación, gesticulando ante el juez de línea, el fantasma Santiago Redondo apareció como número nueve, la llevó hacia el costado y, ante la salida del arquero, definió contra el palo izquierdo.
Todos lo abrazamos: era un héroe. Pero siguieron los desencantos. El árbitro, Ismael Peruggini, no otorgó tiempo adicional y fuimos a penales.

¿Qué significa ir a penales? Qué es un penal? Allí se perdió cuatro a tres, y ahora, como señaló The Trumpet, Dalla Costa clasificó al repechaje por penales.
El Alfajor de Oro fue para Santiago Redondo y la melancolía, popular. Dalla Costa lleva ocho definiciones consecutivas perdiendo por penales: Jamás gana una definición de ese tipo. Si el azar quisiera intervenir, tal vez ayer por la noche, en el recital de Hugo, hubiésemos mirado el techo agradeciendo. Pero el azar no quiere arrojar su moneda sobre nosotros. En la dialéctica entre Fortuna y Virtud, ambas se van con el rival.

Después de los partidos de invierno iremos por un café a la panadería de la dueña- moza: es rubia, rondará los treinta y cinco años y la miramos con la ternura del derrotado seco, que da por un criollo el amor que ha retaceado en su larga vida.