FILOSOFOS FAMOSOS LE ESCRIBEN A DALLA COSTA

Convocados por nuestro dios, Mansilla, cuatro filósofos muertos aquí, pero no allí (y miramos arriba) se juntaron a escribirle a Dalla Costa.

- Y si mejor lo charlamos?- dijo Mansilla, que es vago y se la vio venir. A esos muchachos la palabra les fluye fácil.

Cioran venía de rondar un cementerio rumano: con sus ojos grises y grandes, empezó:

- No hay una fiesta final de la humanidad: la razón es absurda cuando intenta promover una esperanza en un destino final, en un proyecto más allá de este brevario de podredumbre.

Como saco adelante este partido- se preguntó Mansilla, que es nacional y popular.

Al mismo tiempo, en la cancha 1 de Juniors se realizaba la entrega de premios, recién terminada la final de la Copa de Campeones. Nietzsche observó que los jugadores del Deportivo no se acercaban demasiado a la mesa.

- Todo hombre selecto aspira instintivamente a tener un castillo y un escondite propios donde quedar redimidos de la multitud, de los muchos, de la mayoría, donde tener derecho a olvidar.

Veía una señal aristocrática en nuestro distanciamiento. Mansilla veía solo bronca, pero no le daba para contradecir un espíritu tan altivo y prominente. Cabe recordar que en el paraíso el capital acumulado en vida se reproduce de forma exponencial.
El rival recibía una a una sus copas. Extrañamente, entregaron primero el trofeo al campeón: Acaso pretendían no darnos la copa, especualndo que nos vayamos sin recibirla?

Albert Camus mismo se apersonó y les dijo: Hacen bien los muchachos en quedarse y no quedarse, en observar, distantes, su propia coronación. A fin de cuentas, un baño de nihilismo no les vendrá nada mal.
Y agregó:

Vivimos del porvenir: “mañana”, “más tarde”, “cuando tengas una posición”; “con el tiempo comprenderás”. Estas inconsecuencias son admirables pues, al fin y al cabo, se trata de morir. El mañana anhelaba el mañana cuando todo él debía rechazarlo. Esta rebelión de la carne es lo absurdo.

Qué creen? Que hay un porvenir de la copa de campeones? Qué el tiempo se va a detener y lo va a sancionar?

Mansilla preguntó por el sentido de campeonar, y Camus respondió: cuando aparece la pregunta por el fundamento, se disuelve el sentido de la consecuencia. Nada más que tiempo.

Kierkegaard vio como los jugadores albinegros hacían una ronda y cantaban el himno, en el banco de suplentes. Y dijo: la ansiedad es la dulzura de la angustia. Y lo miraron, más por seductor que por pensante.
Nietzsche, afable, se mostraba tan lejano como ardiente. Los otros conocían en aquel, su modo de desprecio. Solo Camus se acercó a Mansilla, preocupado por el asado en el edificio del Emi:

- No comerán otra vez hamburguesas, no?

Y también le dijo: Cuidado, se lo ve muy afligido a Darkness Gómez. Y Dark Palacios creo ni va a aparecer.

Cioran, rondando la escena, decía que Dalla Costa estaba cayendo en el tiempo. Pero creía solo iba a ser momentáneo.

- Porqué no duelen en la muerte como una muela enferma y así pueden librarse de tal obsesión?

Mansilla sabía que a los muchachos poco les iba a aportar su horror a la gloria. Pero comprendió que, quitarle valor, a lo antes deseado, iba a fortalecer una posible salida curativa a Palmira Senior.
Los filósofos se quedaron hasta que el último jugador se alejó del predio. Los vieron sentarse en el bar de la Valparaíso y atendieron al momento en que Darkness comunicaba la expulsión.

Y Mansilla arrojó días de felicidad por venir, con mechas de nada y mujeres oblicuas, para que, en los próximos días, y meses, una naturaleza de absorción empiece a primar sobre la dolorosa imposición.
Los filósofos retornaron a sus casillas, y, cuando pagábamos la Fanta y la cerveza, poco podíamos presumir que el mismísimo Nietzsche estaba concentrado en los avatares de Dalla Costa. Sí, Nietzsche, Camus, Cioran y Kierkegaard también son del albinegro…

Ahora más que nunca.

A.C.